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jueves, abril 05, 2012

ELA, origen del desgaste del trabajo

ELA, origen del desgaste del trabajo

5 de abril de 2012 - Opinión - Redacción, EL VOCERO

El Estado Libre Asociado es un sistema político, social y económico que fue creado con nuestra constitución en 1952.

Por: Joel Quiñones Crespo, Relacionista Laboral y Autor

Conocido es que el mecanismo por el que un Estado se va guiar y su ciudadanía va a responder ante las diferentes etapas sociales y regímenes políticos se le conoce como su status político. La sociedad trabajadora ha sido por décadas la clase responsable de mover la economía de un país, por lo que de primera instancia sufre día a día de las políticas económicas que sean asumidas por el Estado. Pero, ¿qué implica nuestro status colonial con nuestra realidad laboral? ¿Es un problema partidista o un problema del sistema político, económico y social adoptado? Ante estas interrogantes se encuentran en la faena diaria los trabajadores que con el sudor de su frente levantan los cimientos de este gran País. Contestar estas preguntas no solo representa una gran disyuntiva, sino que es un reto que asumimos en aras de poder compartir conocimiento y fuera de líneas partidistas comenzar a problematizar lo que por siglos se ha querido obviar y solucionar a media.

El Estado Libre Asociado es un sistema político, social y económico que fue creado con nuestra constitución en 1952. Para algunos tratadistas y laboristas, este sistema es uno paternalista que busca proteger a todos los sectores de la sociedad. Sin embargo, existen politólogos que entienden que nuestra Constitución es inservible, exceptuando la Carta de Derechos, considerada por algunos la más abarcadora y de avanzada que en la década del 1950 se tenía en toda América. De más estaría decir que esta Carta de Derechos es la que más importancia tiene para los trabajadores del sector privado y las corporaciones públicas, por las garantías que esta cobija. Ahora bien, ¿solamente tenemos estas disposiciones a nuestro favor? Si analizamos con detenimiento lo que el ELA fue como ideología y lo que ahora representa, vemos que se encuentra bien alejada del pasado al presente, de lo que en inicio representó esta idea administrativa del Estado. Al hacer un apretado recorrido por nuestra historia, cada una de las leyes protectoras del trabajo, no se dan como producto de una buena administración del ELA, sino que surgen en momentos de tención social y como resultado para apaciguar a las masas que se encontraban en las calles.

Si examinamos, nuestro comportamiento laboral, vemos que las cifras de desempleo solamente se encontraron más bajas para el 1944 con un 11.4% (según las fuentes históricas del Departamento del Trabajo), con el inicio del Proyecto Manos a la Obra. Dicho proyecto, como sabemos, le otorgó pasos agigantados de industrialización a Puerto Rico e intentó vanamente colocar a Puerto Rico dentro de los mercados mundiales, con el único fin que perseguía el ELA y su fundador, que era la descolonización y autonomía del País. Sin embargo, esta ideología y panorama se salió de proporciones al no contar con un elemento muy importante, llamado la americanización. Este proceso no solo entró para quedarse, sino que ha creado la sensación de conformismo que repercute hoy en día. El ELA y sus administradores han buscado la forma y manera de poder administrar la colonia, con medidas recicladas de Estados Unidos y de los países latinoamericanos.

Así esto, los gobernadores sucesores lo que han intentado es darle riendas a un sistema político que, bien o mal, funcionó bajo unas condiciones políticas y económicas de aquel entonces, pero que ha sido un sistema inamovible y de contracción social. Bajo la administración del gobernador Pedro Rosselló González, se vuelve a reportar una baja en el desempleo a su tasa natural de 10.1%. Esto, con iniciativas como las 936 que incentivaron de alguna manera u otra los movimientos laborales y la empleomanía del País. A esto le debemos añadir la crisis económica mundial por la cual atravesamos, en que el gobierno actual ha recetado ‘medicina amarga’, pero nos ha llevado de un 16.1% en la tasa de desempleo a un 13.2%. Aún con esto, el detenimiento y la mala administración se han propagado como un virus sin vacuna ni solución. ¿Qué es lo que ha pasado entonces? ¿Por qué nos estancamos en la producción laboral? ¿Existen medidas para solucionar esto?

Para contestar estas preguntas no es necesario entrar en muchos detalles, basta solo con filosofar sobre los hechos y las situaciones políticas del País en que vivimos. El ELA es un sistema político, social y económico que ya no responde a las necesidades del pueblo y que propaga todos los eventos que los periódicos recogen. Veamos.

La corrupción que tanto nos aqueja es creada por el mismo sistema del ELA. ¿Por qué? Todas las administraciones de la colonia no han podido ir al núcleo del problema, porque no solamente tendría un costo político, sino que representaría la renuncia inmediata a las manutenciones que el Estado les otorga a los partidos políticos. En primer lugar, tenemos que entender que el ELA es un sistema que actualmente tiene muerte cerebral y que el directorio de aquellos que lo propulsan no quieren quitarles las máquinas y dejar que descanse en paz. ¿Cómo lo sabemos? Basta con escuchar a los administradores de la colonia hablar de un nuevo y mejorado ELA o de un status único con el que supuestamente contamos.

Este sistema político no solo es el causante de las pérdidas de vidas y desequilibro social, sino que ha provocado una polarización en la clase trabajadora. Sencillamente, porque la administración de una colonia no es tarea fácil y porque el mismo sistema ya no aguanta más cambios de progreso, además de que ya este no es de avanzada mundial. El trabajador puertorriqueño se encuentra en una desigualdad laboral, no solo respecto a la nación americana, sino que también con las potencias económicas de todo el hemisferio occidental. La poca intervención de las manos privadas y el deterioro del sector en formar parte del campo laboral, un gobierno compartiendo jurisdicciones con nuestra metrópolis, son varios de los elementos que causan la crisis por la cual hoy sufrimos un mar de llanto. Una mala práctica en la repartición de los recursos y de fondos para la creación de empleos, auspiciada por un sistema que aborrece al trabajador pero ama al desempleado.

Este es el núcleo del verdadero problema laboral, no es que solamente existan demasiadas regulaciones, o que hagan falta las mismas. Hace falta fiscalización, orientación y dirección que solo se consigue si desconectamos al que ha fallecido y comenzamos a reconstruir un nuevo Puerto Rico. Ha llegado el momento de tomar el asunto de nuestro status más en serio y darle el valor que socialmente requiere. La solución, no es solamente un plebiscito o una Asamblea Constituyente. La verdadera solución se encuentra en que, como pueblo, nos incorporemos a las reglas internacionales sobre la descolonización de un país y que juntos, podamos definir lo que queremos para nuestros hijos. No meramente basta con beber de nuestro propio mar de sangre perdida en nuestras calles, producto de los atropellos y actos de corrupción que el sistema apoya, sino que si de verdad aborrecemos eso, le digamos a los colonos ¡basta ya de colonia, acción ahora! Si el pueblo trabajador quiere funcionar y fortalecerse, es tiempo de tomar cartas en el asunto y apoyar un movimiento que no grite consignas a las políticas del gobierno que sea, sino que apoye un proceso de verdadera descolonización, sea el que sea.

Este es el verdadero cambio que se debe proponer, avalar y discutir en los foros de las elecciones generales. No es solamente decir que mecanismo resuelve el conflicto del status. No es esconderse y rediseñar aquello que no soporta ni una pincelada más. Es decirle a nuestra Nación, de la cual somos ciudadanos, queremos una solución definitoria y es esta. Planteémosle al mundo que ya no seremos más el hazme reír de la comunidad internacional, sino que somos el pueblo trabajador puertorriqueño que se levanta como una nueva sociedad. Llegó el momento de que esta nueva generación tome un nuevo curso sin importar cuán angosto sea el camino, ni con cuantas figuras y cuentos mitológicos nos encontremos en el camino. De esta manera, garantizaremos que el trabajo tenga la prioridad que deba tener, y que los trabajadores puedan tener unas condiciones de trabajo que puedan garantizarles calidad de vida. Es momento, de que juntos movamos a nuestra isla del antagonismo al avance, del siglo IX al siglo XXI, de la vieja era a la nueva era, de la contracción económica al crecimiento económico, pero sobre todo, de la incertidumbre a la estabilidad social y laboral que tanto anhelamos.